Nimes 2000
años de toros, 50 de feria
(Publicado por Burladero.com 2002 )
Jorge Arturo Díaz Reyes
Habrá
plazas mas exigentes, mas pomposas, mas bonitas, mas alegres, mas engreídas, y
hasta mas importantes si se quiere, pero no las hay mas imponentes. Ninguna.
La de Nimes, obra de romanos, mas vieja que el cristianismo mismo, solemne, pesada y firme sobre sus 2029 años, ha visto correr toros bravos desde mucho antes que las corridas existieran.
Mirando
sus antiguos arcos, columnas y grandes bloques piensa uno en las cosas que
habrán visto y oído durante los dos milenios en que han albergado aficionados a
los ritos de honor y sangre. Para no contar, claro, las incontables cosas que
deben haber visto y oído durante las ominosas décadas del siglo XIX cuando los
no taurinos la desviaron de su ritual destino para convertirla en prostíbulo y
guarida de maleantes. Aunque también, justo es decirlo, prestó servicio militar
(fortaleza) cuando se le requirió en defensa de la ciudad.
En su
ruedo han oficiado los grandes toreros de la era moderna, empezando por “El
Tato”, cojo glorioso, uno de cuyos carteles originales conserva intacto el
museo. Aquel del 10 de mayo de 1863, en el que alternó con “Regatero” y Mariano
Antón frente a toros camargueses.
Desde
la primavera de 1952, en que “Pepe” y Luis Miguel Dominguín, acompañados de
Rafael Ortega, el último “Gallo”, matando toros de Urquijo, inauguraran la
feria que ahora cumplió 50 años, por aquí ha desfilado lo mejor de lo mejor.
También matadores colombianos caminaron su largo paseíllo , el más, (66 metros);
“Pepe Cáceres”, “Vásquez II, “El Puno”, “El Cali”, César Rincón, cada uno en su
momento, cual más, cual menos, hicieron retumbar ovaciones y marcaron sus
recuerdos en el histórico ámbito.
El
público nimeño, torerista y afectuoso, se pasó, y, tal vez como celebración
cincuentenaria, convirtió la “Puerta de los Cónsules” en una especie de puerta
giratoria, sacando por ella día tras día a: Ferrera, porque mato solo seis
ibanes. A Castella, por paisano. A “El Cordobés” porque se despidió. A Ojeda,
por el ojedismo. A “El Juli” porque es “El Juli” y a Jiménez, porque lo apodera
el dueño de la feria (Simón Casas).
En
contrapartida, el toro de Nimes es más serio y usa hierros de Miura, Palha y
Victorino, como pa´que respeten esta plaza, en cuyos alrededores, pase lo que
pase adentro, hierve siempre una fiesta feroz de corte sanferminero.
No
duele robarle unos días a San Isidro para venir a la Camarga francesa, tierra
tan torera, en la que Antonio Ordóñez quiso que dispersaran la mitad de sus
restos, la mitad que no dejó en el ruedo de Ronda. Lo malo fue que mientras yo
cumplía esa romería, en Madrid salió el toro de la feria (el Hernández Plá
bordado por “El Cid”) y Ferrera, Tomás y Ponce abrieron la puerta grande de Las
Ventas, dando lugar a que a mi llega los amigos me recibieran con una sonrisa
pretenciosa y un: --ya te perdiste lo mejor-- Una cosa por otra.
Jorge Arturo
Díaz Reyes, Nimes
03.06.2002
03.06.2002