Cali, plaza con historia
(Publicado por Burladero.com 2001)
Jorge Arturo Díaz reyes
Réplica de la vieja plaza Granada. Foto: Jorge Arturo Díaz Reyes
El viernes 28 de diciembre la plaza de Cañaveralejo
cumple 44 años. Mucho ha corrido el río bajo los puentes y el toro sobre el
ruedo, desde aquella tarde inaugural cuando el caleño "Joselillo de
Colombia" le pegó al negro, terciado y manso, "Resoplón"
de "Clara Sierra" el primer lance.
Sin embargo, pese a lo mucho que han corrido toro y
río, la historia de la plaza, que anda por ahí, desperdigada en crónicas y
libros, no es una historia larga si la comparamos con los 441 años que según
infolios memoriales lleva la presencia de las fiestas de toros en esta ciudad
tan desmemoriada. No es larga, cierto, pero ha sido intensa. A ello ha
contribuido "la feria" nacida en el mismo parto.
Tampoco es una historia única, si tomamos en cuenta
que Cali ha tenido más de 15 plazas de toros desde el 25 de septiembre de 1892,
cuando el madrileño Tomás Parrondo "El Manchao" abriera la
primera temporada de cuatro corridas modernas, en una de guadua (bambú)
levantada donde hoy está el Centro Administrativo Municipal CAM. No es única,
cierto, pero ha sido importante. A ello han contribuido el acertado manejo y la
fidelidad de la afición.
Una fidelidad que hizo del "lleno" el
distintivo de Cañaveralejo, llegando a ser por muchos años la única plaza del
mundo que vendía la totalidad del aforo con diez meses de anticipación. Sólo se
le acercaba la de Pamplona (España) que vendía con igual antelación el 90% de
la boletería, ya que por ley debía dejar un 10% para el día de la corrida.
Cali proclamó entonces con holgura, con
orgullo y quizás con justicia: "Los mejores carteles del mundo para
la mejor feria de América". Por su ruedo desfilaron, salvo muy pocas
excepciones, todas los grandes toreros del último medio siglo. Su toro comenzó
a tener identidad; "El toro de Cali". Su administración de tipo
cívico, distribuía sus buenos réditos entre obras sociales y promoción de la
fiesta.
Así era, la vida próspera y feliz de la plaza, sí
señor, hasta que hace unos tres años, varias nocivas circunstancias se juntaron
en su contra: Los vientos lúgubres del neoliberalismo que abatieron la economía
nacional. La campaña de mala leche propiciada por unos y oficiada por otros que
no se contaban suficientemente gratificados. Y la gestión anticívica de un
alcalde, que anda por ahí riéndose y abrazándose con todo el mundo.
Comienza la feria 2001 - 2002 y ante el toro pregonao
de la crisis, la empresa valientemente se ha tirado a los medios; ha rehuido
las figuras cómodas, optado por los toreros de casta y (según dicen), por el
toro de trapío. Ahora sólo falta ver si volverán los buenos aficionados del
tejadillo sus llenos a colgar.
© Burladero.com. Cali, 23.12.2001
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